sábado, 14 de abril de 2018

11ª Sesión del III Taller con Raúl González García

En la penúltima sesión del Taller, recibimos la visita del poeta Raúl González García


profesor de nuestro instituto que ha decidido publicar dos de sus obras en el volumen titulado Los fuegos del agua:







Nos ha presentado su libro, con una poesía reflexiva, fruto del pensamiento y de la soledad del poeta y, por otra parte, de la expresión de unos sentimientos que son el resultado de la observación contemplativa y de la comunión con los elementos de la naturaleza. Su poemario es un recorrido vital donde el tiempo, los ríos y los espacios habitados se convierten en protagonistas y cómplices del yo poético. 



Alumnas del Taller preparando la lectura de los poemas.


Alumnas del Taller preparando la lectura de los poemas.

Presentación de José Guerrero, director del centro.

Presentación de José Guerrero, director del centro.

A continuación mostramos algunos momentos del acto:


Sobre el poeta y la poesía.

I. En los charcos de Navalguijo...

I

En los charcos de Navalguijo, en las pozas de Bohoyo,
en sus ciénagas verdes, donde las púas del dolor aún tañen
una canción sin nombre entre ruinas,
donde el Tormes aúlla a las estrellas
como un viento sombrío cargado de presagios.

Allí, en el territorio de todo desencuentro,
el exilio y su ley cegaron nuestros ojos
al fulgor de la espuma, y fuimos recortados en el aire,
proscritos en la bruma, errantes, harapientos, sin doctrina,
imágenes de barro.
Oh, cuánto hemos viajado en la voz de la luna,
qué espectrales se hicieron nuestras manos
tanteando las sombras, muy lejos de la verdadera luz,
por los interminables precipicios del tiempo.

Desde entonces, el río galopa en la conciencia
con fugitivo estruendo, adorna con sus ídolos la noche,
celebra ritos crueles amparado
en la penumbra ardiente del deseo.
¿Qué amar más, oh extraviado corazón,
el viento que fustiga con paciencia el costado de los días
o la cólera adusta de este río de muerte sin principios
que canta sin descanso la pasión de una vida
sellada en el abismo?
Sin duda, un dios mendigo entona esta plegaria
desolada y atroz, como un ciego despierta
temblando a medianoche entre las aguas,
náufrago en un mar extranjero, coronado por algas
y por olas sin fin.
¿Y dónde hallar sentido, qué verdad,
si el río desemboca en nuestros labios?


VI. Cuando muera...

VI

Cuando muera, que arrojen mis restos a tus aguas,
oh, Tormes, bendecido por el sol,
donde encuentre de nuevo las imágenes
que hicieron de mi vida tu reflejo
en la dura carrera de los días.

En ellas volveré a lo que perdí:
un monte de inocencia entre la nieve,
el cielo azul arriba con su luz
y el canto de algún pájaro en el centro
de un puro transcurrir sobre los valles.

Nadie sabrá de mí, sino estos versos
que fluyen hacia el pozo más profundo
donde se oye la voz de las estrellas
hundida en la corriente que no cesa.

Y sabré que mi destino era ése:
un instante de amor sobre la tierra
traspasado de efímera luz blanca
y una sombra que cruza sobre el tiempo
a la caza del alba por tu piel.



C. Ojo perfecto...

III. Nieve muy blanca...

V. Tú que persigues....


XXI. Grita la tierra desnuda..
.

LXXX. Quien ama ríe....

II. Y el río...


XVII. Allí pasó mi amor...

XVII

Allí pasó mi amor,
sin que nadie lo viese.
De pronto, con su luz
y su aire indiferente.

Sobre ríos y árboles
de una tierra escondida,
creció hasta hacerse voz
y yo la perseguía.

Me llamaba en el agua,
me llamaba en la brisa,
sólo a mí y no sabía
la ciencia de su huida.

Su voz me dijo: ven,
desde una nube blanca,
transparencia del sol
al abrir la mañana.

Estuve así un instante,
contemplando el reflejo
en el agua de árboles
que danzaban sin tiempo.

Pasó al fin mi amor,
tan raudo como un ave
sin que nunca alcanzara
sus cabellos de aire.

Guardo en mi corazón
la luz del sol, el cielo,
espejo de los días,
como un ojo de fuego.

Sobre Claudio Rodríguez y el Arte..


Vida y Literatura.

"La caída más alta".



Finalmente, Raúl González pasó a firmar los ejemplares de su obra:






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